Y cuando te miro, te miro, te miro, te miro, me olvido del mundo y de mí.

Ya es hora de aprender a distinguir entre imposible e improbable; entre quien me quiere y quien me ilusiona; entre quien me hará daño a la larga o quien subirá a la luna para evitar que eso ocurra; quien te roba sonrisas en cada esquina o quien hace que el mundo se pare en un cruce de miradas. Que también es posible que me este volviendo completamente loca, que todo lo que veo sólo existe en mi infinita imaginación. Puede, pues sí joder, puede ser. Que tal vez no existe el destino, que tal vez no signifique nada cada cruce de miradas, que tal vez me guiñes el ojo simplemente porque se te a metido algo en el ojo, que tal vez sólo seas así de atento por naturaleza. Sólo te pido una cosa, si me equivoco, si todo lo que pasa es casualidad, si jamás he formado parte de ninguno de tus pensamientos, si nunca te he hecho sonreír, sólo déjame que viva de la ilusión, que ya me encargo yo de lo de la gran hostia.