¿Qué pasa? El tiempo.

Puede que siga me temblando el labio inferior cada vez que alguien dice tu nombre; puede, y solo puede, que se me sigan empapando en ocasiones las mejillas cada vez que pienso en las cosas que antes eran y ya no son. Todos esos momentos quedan reducidos a fechas, números, recuerdos, con los que te regalaré una sonrisa torcida si disimuladamente recuerdo. Lo fácil que sería quemar en un papel todo eso que nos atormenta, sólo porque tememos no ser capaces de evitar la tentación de volverlos a repetir. Porque sabemos con exactitud que algunos "no te quiero perder" sólo significan "te olvido mañana". Y lo que hoy no es, pero un día fue, es posible que vuelva a ser mañana. 
No sé si me explico, ni si a alguien a estas alturas le interesa comprenderme. Nos cerrarnos en banda. Sólo porque no queremos dejar entrar desconocidos, que pasen a formar parte de nuestro día a día, para luego y acabar escritos en un trozo de papel que quemaremos por capricho.
Y si me preguntas qué me pasa te diré que el tiempo. Y no estaré del todo equivocada.

No es orgullo, sino dignidad.

Dos personas.
Se miran pero ya no ven nada, ya no se acuerdan sus miradas, se han vuelto desconocidos sin demasiadas ganas de volver a encontrarse. A veces ese amago de saludarse se vuelve en nada cuando se mezcla con nuestro orgullo, y seguimos el camino dejando todo atrás. Ya no nos acordamos de cuando nos dijimos adiós. Tampoco sabíamos que iba a ser para toda la vida, aunque ni en toda una vida dejaremos de pensarnos.
Era cosa de dos, y no se quien fue quien se rindió antes. Y ahora esperamos a que el otro de el paso, a que el otro nos demuestre que no somos los únicos que sabemos echar de menos. Pero en realidad sabemos que no pasará, porque existe un orgullo, o quizás mejor llamarlo dignidad. ¿Por qué tengo que ser yo? Y con esa pregunta se acaba todo, y con esa pregunta nos perdemos muchas cosas. Orgullo, dignidad, estupidez, llámalo como quieras, pero no nos llevará muy lejos. Sólo conseguirá alejarnos más, aunque no sea lo que queramos.
Podríamos ser una sola persona, como antes, pero decidimos ser dos.