Hay cosas que uno no puede hacer solo: discutir o doblar una sábana de esas de matrimonio, por ejemplo. Yo toda mi vida he pensado que lo ideal es vivir en pareja, por muy extraña que fuera la pareja. De hecho hay parejas que se van quedando sin pareja por no poder evitar el miedo a no estar a la altura; hay parejas que son imposibles por definición, historia y por física, aunque no por química; o parejas en las que la química se ha ido gastando aunque sigan compartiendo una familia; parejas que lo fueron en algún momento y ya no son nada. Y eso es lo que más miedo me da en la vida. Cuando la pareja se rompe sea por lo que sea, la primera sensación que se tiene es pánico, un miedo atroz al cambio, a la pérdida de control sobre nuestras vidas; un miedo atroz a estar solos. Cuando se llega a esa soledad uno se da cuenta que la ruptura puede llevarnos a un lugar mejor. Hoy es el primer día del resto de mi vida. Porque desde hoy creo que lo más importante en esta vida es saber volar solo.